El próximo 5 de noviembre, Kamala Harris tendrá una oportunidad histórica en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos: si derrota a Donald Trump y consigue los electores suficiente, se convertirá en la primera mujer que alcanza la Casa Blanca. Tras consagrarse en 2021 como la primera vicepresidenta en 2021, Harris se propone romper el último gran techo de cristal de la política estadounidense.
No es la primera candidata demócrata que lo intenta. Ocho años atrás, Hillary Clinton también compitió contra Trump, pero no pudo vencerlo. Entonces, el republicano encarnaba la figura del outsider que competía contra una profesional de la política que se había desempeñado como primera dama durante el período de Bill Clinton. Ese esquema quedó obsoleto. En este turno compiten dos candidatos experimentados. Y cualquiera de ellos podría ganar, según las últimas encuestas.
Un poco de la historia sobre mujeres y política en los EE.UU.
La lucha por la igualdad de género en el país de Thomas Jefferson fue larga y llena de desafíos. Desde la primera mujer en postularse para un escaño en la Cámara de Representantes en 1866, Elizabeth Cady Stanton, hasta la primera alcaldesa del país, Susanna Salter, en 1887, los avances han sido lentos. Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1920, gracias a la Decimonovena Enmienda.
La campaña de 2008 fue un punto de inflexión cuando Hillary Clinton y Sarah Palin se convirtieron en figuras prominentes. Sin embargo, ambas enfrentaron desafíos significativos. Kamala Harris, elegida vicepresidenta en 2021, se suma a una lista histórica de mujeres que han intentado llegar a la Casa Blanca.
A lo largo de las décadas, han habido otras cuatro mujeres que se han acercado a este objetivo:
1. Shirley Chisholm (1972): primera mujer negra en postularse a la Presidencia, Chisholm se presentó como una candidata del pueblo, enfocándose en los derechos de las mujeres y la igualdad racial. A pesar de los obstáculos, logró más de 150 votos en la Convención Demócrata.
2. Geraldine Ferraro (1984): como primera mujer candidata a la vicepresidencia del Partido Demócrata, Ferraro destacó la importancia de tener mujeres en posiciones de poder y fue reconocida por su enfoque firme ante las adversidades.
3. Sarah Palin (2008): primera mujer republicana en la boleta vicepresidencial, Palin trajo una perspectiva diferente al papel femenino en la política, defendiendo valores conservadores mientras lidiaba con las expectativas de género.
4. Hillary Clinton (2008 y 2016): Clinton fue la primera mujer postulada a la Presidencia por uno de los dos partidos principales. A pesar de sus derrotas, su candidatura dejó una marca duradera en la política estadounidense y abrió el camino para futuras aspirantes.
A lo largo de las décadas, la presencia femenina en el ámbito político creció, aunque aún se enfrenta a barreras estructurales. En 2007, Nancy Pelosi se convirtió en la primera mujer presidenta de la Cámara de Representantes. Esto marcó un cambio en la dinámica política. Sin embargo, a pesar de estos avances, las cifras siguen siendo desalentadoras: solo el 28,3% de los escaños en el Congreso federal están ocupados por mujeres.
Un camino lleno de obstáculos, según la ONU
El camino hacia la igualdad real aún está lleno de obstáculos. Julie Ballington, experta de ONU Mujeres, señala que en sistemas presidencialistas como el estadounidense, elegir a una mujer como mandataria es particularmente desafiante. Esto exarcerba las barreras existentes. De este modo inciden cuestiones como el "sesgo estructural" o "la falta de apoyo del electorado".
En la actualidad, 28 países tienen a una mujer como jefa de Estado o de Gobierno, un avance "modesto" en comparación con los 18 de hace una década. Entre los 20 países más poblados, cuatro están dirigidos por una mujer a nivel presidencial o gubernamental, entre ellos México, recién incorporado a esta lista de la mano de Claudia Sheinbaum.
Ballington avisa, además, que las mujeres en política deben hacer frente a otras formas de "acoso y discriminación" por razones de género que buscan en última instancia "disuadir su participación" en los diferentes niveles de la administración, independientemente del país. Además, esta violencia se extiende al ámbito digital con publicaciones discriminatorias o imágenes generadas por inteligencia artificial.
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